La diferencia radica en que en el primer caso se trata poco más de un teatro donde todas las actividades se realizan imitando a las reales pero solo con fines recreativos en cambio en el segundo caso el turista participa de tareas reales, que deben realizarse para la subsistencia del establecimiento rural y de quienes viven allí.

Por otro lado se encuentra el aspecto gastronómico que es tal vez el segundo generador de éxito de este tipo de turismo ya que quienes lo realizan pueden disfrutar de comidas típicas que difícilmente puedan encontrar en zonas urbanas tal y como se realiza en las zonas rurales, esto debido a la calidad de los ingredientes (100% naturales y producidos en el propio establecimiento generalmente) y a las recetas familiares que difícilmente pueden llegar tal y como son a entornos urbanos.

Es importante destacar que este tipo de turismo es apto para todo público, es decir, el turista estará siempre acompañado por personas idóneas en las tareas rurales quienes con amabilidad enseñaran y ayudarán al turista a realizarlas con éxito. Esto implica que tanto niños como adultos pueden disfrutar de las actividades aunque nunca hayan tenido contacto con este tipo de tareas o con las herramientas necesarias.

Las actividades preferidas por los turistas son aquellas relacionadas con los animales en particular el ordeñe de vacas y aquellas actividades que requieran montar caballos.

Si es su deseo  participar de una experiencia verdaderamente rural y sentir la satisfacción que implica relacionarse con la más pura naturaleza de la forma que se ha realizado desde el inicio de los tiempos, el turismo rural es su opción.